Уважаемые дамы и господа!
Учитывая тенденции и просьбы, как ОЗПС в данном семинаре предлагаю к переводу первую часть рассказа молодого испанского автора Хосе Луиса Веларде, урожденного мексиканца.
Отрывок краток (пара страничек) и прост как по стилю, так и по грамматике. Но в данном случае есть надежда, что переводы будут обдуманными и отточенными
Если текст понравится, можно будет провести следующий семинар, заканчивая перевод рассказа. Таким образом, мы получим законченное и выверенное произведение... Поглядим
Напоминаю о соблюдении авторских прав и прочая, как обычно.
Итак, удачи всем!
P.S. Если отрывок не понравится, то просьба сразу проинформировать меня. Буду искать текст на замену.
Дата открытия семинара - 21.02.2008
Срок сдачи переводов - 21.03.2008
El Libro de las Desapariciones
(Realismo maniático)
La manta extendida sobre la cama muestra un paisaje africano. Los animales se manifiestan vitales, inquietos. El león corre entre el pelo enmarañado de la persona tirada en el Valle del Serengeti, Las cebras galopan más allá de los pastizales y perfilan un brazo descolorido que interrumpe la llanura. Los buitres acechan la oportunidad de remontarse en la atmósfera brillante y cálida que sólo puede repetirse en el Mediterráneo y en el Noreste de México. La luz que entra por la ventana del poniente, aunque filtrada por una malla mosquitera, deslumbra a las hienas que chillan furiosas y enardece a los insectos que se acercan a la cama que ocupa la mayor parte del recinto miserable. Afuera, un niñointenta elevaruna cometa azul en el aire inmóvil y dos muchachas caminan con sobresaltos por la calle sin pavimentar. El mediodía de mayo agobia a la gente, la aturde, la deja cansada y sin afanes curiosos. Hasta ahora, son muchos los que han pasado frente al cuarto del muerto, sin percibir que las moscas se incrementaron en el vecindario construido al oriente de la ciudad. Son tantas que quizá se volvieron invisibles. Nadie parece molestarse por el zumbido que ha convertido a la vivienda en un panal; una colmena que vibra constante, como la música que surge de la radiograbadora portátil de un hombre que se embriaga sentado en el cordón de la banqueta. A sus pies, transcurren las hormigas, las piedras y la maleza descolorida por el sol. La melodía habla de un abandono terminal; de una vida condenada a la pena por el amor que se interrumpe sin aviso. La voz del intérprete imita el maullido de los gatos, se escurre por los tejados de palma que abundan en los alrededores, intenta ser aguda y dar explicaciones válidas para la pérdida inenarrable, aunque sea incapaz de encontrar la justiificación que alivie al hombre consternado.
No hay demasiados muebles en la habitación austera. Una mesa de plástico blanco, un par de sillas del mismo material, la hornilla de petróleo, el ropero de madera frágil y apolillada que el barniz no pudo restaurar, antes de ser cubierto por los carteles a los que el sol también volvió quebradizos. La cama, en cambio, soportó los embates luminosos; los que entraban por el cristal y los que hacían olvidar las pesadillas cuando la mujer aún no se marchaba. Resistió el maltrato y, tras el abandono, fue ciuidada con la pulcritud que sólo se permiten los que aman. Las sábanas limpias, tersas como la superficie de un mar utópico a salvo del oleaje, se acostumbraron a permanecer inmaculadas.
El hombre sentado en la calle extiende las piernes, se flexiona como si fuera a incorporarse, detiene el impulso e inhala el humo del cigarilloque ya le quema los dedos.Bizquea ante el sol, bebe a morro el último sorbo de una cerveza cálida y se desploma de frente. El polvo cubre de prisa los rasguños del rostro y las heridas abiertas en la mano derecha por la botella, rota al caer. El derrumbado advierte que se acercan dos muchachas. Son bonitas, les habla con voz muy suave y se desespera al no conseguir que lo miren. No pretende molestarlas ni enamorarse de ellas, sólo desea que no se vayan tan de prisa y se arrastra entre los surcos abiertos por las ruedas de los vehínculos que pasan de vez en cuando. Las muchachas se alejan, una de ellas sonríe y el hombre evoca otra sonrisa extraviada que le permite levantarse y caminar hacia el niño del papalote. El pequeño sujeta un cordel de cáñamo y corre por la llanura para tensarlo. Intenta elevar el juguete formado con tiras de carrizo; papel de china, papel engomado y cola de trapos viejos, a la vez que se aproxima a la radiograbadora solitaria. Al llegar junto a ella, la mira curioso, se encorva, incrementa el volumen y sintoniza otraestación donde un grupo norteño narra, para la audiencia de la amplitud modulada, la historia de un hombre triste. El sol ya le incomoda y decide marcharse con el aparato. El hombre cubierto de sangre pretendedetenerlo, grita furioso, pero la voz se resquebraja cuando su dueño tropieza con una piedra que encubre alacranes y tarántulas.