Данный семинар является продолжением семинара № 6. К переводу предлагается вторая часть рассказа молодого мексиканского писателя Хосе Луиса Веларде
Realismo maniático.
Напоминаю о соблюдении авторских прав и прочая.
Начало семинара:
1 апреля 2008 года
Срок сдачи переводов:
1 мая 2008 года
(Удачно выпали и начало и финал )
Всем удачи!
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El suelo es una caricia antes de volverse quemadura.
La piel se ulcera, se calienta y provoca malestar. La sangre se derrama como si fuera un bálsamo atroz. Se mezcla con el polvo y atrae la atención de las moscas que descienden con la luz solar. El hombre camina sin prisa. Cruza un campo de futbol donde se afanan algunos muchachos en controlar una pelota huidiza en el terreno inconstante. No escuchan la historia del que también quiso ser jugador profesional y alguna vez se presentó a entrenar con el equipo de tercera división de la ciudad envuelta por la calidez del verano perpetuo. No lo advierten, pero al hombre no le importa, sigue adelante, corta camino por los terrenos baldíos unificados por las hondonadas y los matorrales. Habla de sus recuerdos con voz queda. La casa; el cuarto de ladrillos sin revestir, los arreglos que llegarían con la partida al Norte y la frontera convertida en la trampa que se robó los ahorros. La casa; el baño sin drenaje, el regreso infructuoso, los pinos sembrados en Wyoming durante las nevadas del invierno y la soledad que lo impulsa hasta la cama donde desciende sobre una manta tersa que muestra un paisaje africano.
Un rebaño de gacelas permanece junto al lago enrojecido que se extiende debajo de una mano muy pálida. El sol inquieta a dos elefantes que se refugian en la sombra que el cuerpo derrama para disminuir los colores intensos de la jungla. En la pared, de ladrillo irregular, cuelga una fotografía instantánea que se desdibuja a diario. El mediodía intensifica la temperatura y el calor se vuelve insoportable, como la tarde en que el hombre y la mujer fueron retratados en una playa tamaulipeca. Miraban hacia el poniente. Ahora parece que ambos observan al hombre yerto a pesar del polvo que los cubre a todos. Una música imprecisa atraviesa la ventana. El niño ha olvidado el papalote y juega, sentado en una piedra, a manipular la radiograbadora recién adquirida. No le molesta el sol, pero la brillantez del cielo le hace entrecerrar los ojos pardos. Intenta sintonizar la estación radiofónica donde se programa con frecuencia la canción dedicada a un hombre solitario. Sonríe para sí mismo, al imaginar que el intérprete es un gato que maúlla bajo la luz de la luna. No percibe a las dos muchachas que caminan hacia el poniente. Más allá del campo de futbol y del horizonte infinito.
El aire permanece inmóvil aunque en las alturas haya comenzado a agitarse el viento. Los buitres se desprenden de la jungla y se confunden con las moscas. Revolotean sobre la cama y se elevan sobre el Valle del Serengeti para vigilar al hombre muerto.
Nadie lo advierte.